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Yo aprendo Zapoteco. Neda ruseda Didza Xidza.

Yo aprendo Zapoteco Didza Xidza. El Didza Xidza es una variante de la lengua zapoteca hablada en la Sierra Norte de Oaxaca, en una región conocida como El Rincón de la Sierra Juárez de Oaxaca.

Pensar en la relación con mi lengua materna, el español, me lleva a recordar varios hitos de mi historia y ubicar aquellos momentos en los que el Didza Le’ja, 1Variante de la lengua zapoteca de la región de San Juan Evangelista Analco. la lengua de mis abuelos, aparecía esporádicamente en las conversaciones que surgían en casa de mi abuela Juana, como una especie de secreto para que los que estábamos alrededor no entendiéramos lo que se decía en esa plática.

De pequeña nunca me interesé por conocer sobre la lengua que hablaban solo me parecía algo “raro” y “ajeno” a mí; ya que sólo lo escuchaba cuando visitábamos a mis abuelos una o dos veces al año.

De regreso a la ciudad todo era español, de hecho fue hasta que me encontraba en la secundaria cuando comencé a preguntarle a mi madre ¿por qué hablaba de esa forma con mi abuela y con mis tías? a lo que ella respondía que era como se hablaba en el pueblo, pero que ella no sabía, sólo lo entendía.

En aquellos momentos no intenté indagar más, acepté que era como se hablaba en el pueblo y que cuando mi abuela, mi madre o mis tías hablaban así se trataba de algo que no debía saber.

Aprendí los números en Zapoteco con mi abuela

Recuerdo un día que junto con mi hermano David le preguntamos a mi abuela ¿cómo se decían los números en zapoteco?

Ella con tono amable nos enseñó del 1 al 5: “Tu, Txupa, Tsuna, Tapa, Gáyu.”

Para nosotros fue como una canción que repetimos por varios minutos mientras caminábamos del molino a la casa, recuerdo que mi abuela nos corregía y volvía a pronunciarlos e ilustrarlo con los dedos de su mano.

Narro estos acontecimientos, como punto de partida de los pasos que han trazado mi camino en la búsqueda de conectar con la lengua de mis abuelos.

Proceso que no ha sido sencillo porque las políticas lingüísticas que impusieron el español como lengua oficial están impregnadas en la memoria de sus hablantes, como el caso de mi madre, quien experimentó la prohibición de hablar zapoteco en la escuela y espacios públicos, lo que la llevó a negarla y no enseñarla a sus hijos, porque aprendió que no era necesaria.

Al respecto un día mi tío Cayetano, en tono molesto me dijo: “el gobierno feo hizo, nos maltrató para que no habláramos la lengua.

Ahora la quiere recuperar, da premios en el pueblo para que los niños la hablen, pero no es lo mismo, la lengua ya no es la misma se ha perdido y así seguirá porque los jóvenes no la hablan, solo los pocos abuelos que aún viven”.

Mi acercamiento con el Didza Xidza

Es así que desde hace un par de años he tenido la curiosidad y disposición para aprender zapoteco, como una forma de hacer presente a mi abuela quien, a nueve años de haber fallecido, se aparece en mis sueños quizá para recordarme la cuenta pendiente que tengo con ella de aprender su lengua.

En este caminar he conocido a personas que aman su lengua y generan acciones para no dejar que muera.

Una de ellas es la maestra Ana Chino Miguel, quien es hablante de zapoteco Dill Xhon, y para la enseñanza de la lengua comenzó a impartir una serie de talleres en la colonia Tepe-Tokio, de Cuautepec Barrio Alto de la Alcaldía Gustavo A. Madero, en donde habita un gran número de población originaria de Villa Hidalgo Yalalag, Oaxaca.

La razón por la que yo aprendo Zapoteco Didza Xidza

También en ese recorrido conocí a Rayo Cruz, quien a través del colectivo Bëni Xidza imparte desde 2021 un curso introductorio a la lengua y cultura zapoteca en su variante Didza Xidza hablado en la Sierra Norte de Oaxaca específicamente en la zona conocida como el Rincón de la Sierra Juárez.

Ninguna de las dos variantes mencionadas corresponde al zapoteco Didza Le’ja, que es el que hablaba mi abuela; e incluso me ha contado el maestro Rayo que el zapoteco Didza Xidza y el Diaza Le’ja son incomprensibles entre sus hablantes, es decir, la gente del Rincón de la Sierra Juárez no puede mantener una conversación con la gente de Analco y visceversa.

Incluso en este intento de aprender la lengua he platicado con mi tía Paula, ella me enseñó los números, sin embargo, la distancia y los constantes desplazamientos entre el pueblo, la Ciudad de Oaxaca y los Ángeles California, y su estado de salud, complejiza que me siga enseñando. Lo que hemos hecho, es que en las pocas llamadas que tenemos le cuento lo que he aprendido, por ejemplo, en la última llamada hablamos sobre cómo se dice sí: en el zapoteco de Analco “Oah” mientras que en el zapoteco del Rincón es “waka”.

Lanu lanu Juana y por ella yo aprendo Zapoteco

Yo aprendo Zapoteco
Yo aprendo Zapoteco

“¡Ay Zapoteco, Zapoteco!

Quienes hoy te menosprecian

no saben cuánto te amaron sus abuelos.

¡Ay Zapoteco, Zapoteco!

Lengua que me das la vida.

Yo sé que tú morirás

el día en que muera el sol

Gabriel López Chiñas. 2Poeta Zapoteco

Lanu lánu 3Ella se llama Juana López, mi abuela materna. Si viviera quizá no entendería las pocas frases que he aprendido en zapoteco, ya que como lo he mencionado anteriormente la variante que aprendo es distinta a la que ella hablaba.

Juana es una de las tantas mujeres que no contó con acta de nacimiento.

Ella contaba que nació un 24 de junio, el día de San Juan, pero no sabía con exactitud el año; fue hasta que su hija Paula tramitó su acta para que pudiera contar con su identificación oficial que calcularon el año en que nació tomando como referencia el nacimiento de su hija mayor Natalia quien nació en 1940, fue así que determinaron que era de 1920.

Sé, por mi abuela, que ella nació en un pueblo llamado Luvina y después junto con su familia se trasladaron a Natividad, que fue donde creció.

En esta búsqueda de mis raíces mi tía Paula me contó que la lengua materna de mi abuela era el Chatino, y que aprendió el zapoteco una vez que se estableció en Analco.

Breve historia de mi abuela Zapoteca

Mi abuela nunca fue a la escuela, no sabía leer ni escribir, pero era muy hábil para hacer cuentas, era una gran comerciante, sabía negociar, don que le heredó a mi madre.

Juana trabajó muchos años en la milpa, fue el sustento de su familia, porque mi abuelo tenía serios problemas con la bebida.

Conocer este dato de la vida de mi abuela, me lleva a pensar en su amplia capacidad para el dominio de tres lenguas, Chatino, Zapoteco y Español, y la importancia que tenía para ella su lengua.

Durante los últimos meses que vivió en casa de mi madre, algunas tardes nos sentábamos y trataba de enseñarme algunas palabras, por ejemplo: padiux, para saludar, etzariu, para despedirse; recuerdo su voz con firmeza diciendome “ponle sentimiento, te falta tono”.

Ahora que yo aprendeo Zapoteco, con lo poco que he aprendido, puedo presentarla. 4Ella es Juana López / vivió en Analco / trabajó en su pueblo / se dedicó a cosechar y sembrar maíz.

Lanu lanu Filomena y con ella yo aprendo Zapoteco

Yo aprendo Zapoteco
Yo aprendo Zapoteco

Dxi naa biree’ Guidxiguie’

ma’ qui ñuuru’ gubidxa nuchaa naa.

Tu naa, pa ma’ qui ribaque’ piá’ bizuudi’ ne bidaani’

ndaani’ yoo di’ guiruti’ runibiá’ diidxadó’ gule niá’.

Xi ñeee bisananu binduba’ guiiba’bi dxu’ xti’dxanu.

Neda ruseda Didza Xidza

5Desde que salí de la tierra de las flores | nunca más encontré un sol que me abrigara. | ¿Quién soy, si ya no me envuelvo en enaguas y huipiles? | En esta casa nadie conoce mi idioma de niña. | ¿Por qué dejamos que aspas ajenas barrieran nuestra historia y por qué preferimos lo que otros escogieron? | Tengo calosfrío, veo pasar a la gente y un espejo de piedra.

Natalia Toledo

Lanu lánu 6Ella se llama Filomena, mi madre.

Nació el 5 de julio de 1966, es la hija menor de once hermanos.

Estudió hasta sexto de primaria, ella narra que el único espacio en el que se hablaba zapoteco era en su casa, aunque sólo mi abuela era la que lo hablaba.

Mi abuelo solo hablaba español, siempre le costó trabajo pronunciarlo.

Cada vez que pregunto a mi madre si ella habla el zapoteco, ella responde que ¡no!, y en seguida agrega “sólo lo entiendo, si quieres saber algo pregunta a tu tía Paula”.

En algunas ocasiones llegué a percibir una especie de molestia por parte de mi madre cada vez que le preguntaba, porque incluso parecía que era un tema que le incomodaba y que por lo menos aquí en la Ciudad era algo que mantenía en secreto.

Estaba prohibido hablar Zapoteco en la escuela

En algunas conversaciones con mi tía Paula, hermana mayor de mi madre, relató algunos de los castigos a los que fue sometida por hablar en zapoteco:

“el maestro escogió a un niño y él le avisaba quiénes durante el recreo hablamos en zapoteco, entonces al regresar al salón nos pasaba al frente para mostrar a los demás quiénes no hacíamos caso, nos sacaba y pintaba un círculo alrededor de cada uno de los castigados, ahí pasamos parados una o dos horas no teníamos que salirnos de ese círculo, otras veces teníamos que cargar un bote de agua, feo hacia el maestro”.

Conocer ese relato me llevó a ser empática con mi mamá y comprender su negación a hablar su lengua.

A pesar de ello, actualmente ha comenzado a interesarse en hablarla me dice frases en zapoteco.

Neda laa Marlen 7Yo me llamo Marlen y yo aprendo Zapoteco

Yo aprendo Zapoteco
Yo aprendo Zapoteco

Crecí en un entorno donde sólo se hablaba el español, nunca escuche otros tonos, otras lenguas, hasta que mi memoria me lleva a pensar en los años de mi niñez cuando mi abuela hablaba “algo” que yo no entendía.

Es así que como dice Citlalli Fabián, fotógrafa de Villa Hidalgo Yalalag, fuimos deslenguadas.

Sin embargo, conforme pasaron los años, esa lengua que me parecía ajena llamaba mi atención, no sé cómo nombrarlo, pero lo interpreto como una vuelta a mirar el ombligo, a volver al origen.

Fue así que desde la comunicación comencé a acercarme a iniciativas que trabajaban para la revitalización lingüística, esta conciencia plurilingüística me llegó durante mis estudios en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, espacio en el que comencé a reflexionar sobre el lugar en el han sido coladas las voces de los pueblos colonizados, y fue a partir de leer a Franz Fanon que comprendí que había quedado en aquello denominado como “la zona del no ser”, lo que significaba desde esa perspectiva el lugar donde se encontraban aquellos sujetos interiorizados, espiritual, epistémica, económica y racialmente por el sistema mundo occidental.

Es así que la vida me ha llevado a acercarme cada vez más a la lengua de mis abuelos, ahora junto con otras compañeras intentamos generar acciones que revitalizan la lengua de nuestras abuelas, ocupando nuestros recursos comunicativos.

En mi caso es el formato visual y audiovisual desde el cual busco acercarme a ella.

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